A cientos de kilómetros de altitud, los satélites detectan las variaciones de temperatura, de la vegetación o del color del agua en la superficie de la tierra, datos preciosos que podrían permitir anticipar las olas de mortíferas epidemias en una red que va desde Senegal hasta Argentina.
Existe actualmente una cierta cantidad de enfermedades transmisibles vinculadas a modificaciones del medio ambiente, y fundamentalmente del clima, Explico a la AFP Antonio Guell, responsable de la valorización de los satélites del centro nacional de estudios espaciales (CNES) de Francia.
El paludismo, las diferentes formas de meningitis, las enfermedades bacterianas como el cólera o las fiebres hemorrágicas transmitidas por mosquitos amenazan a una población de 3.500 millones de individuos, dejan 3 millones de muertos por año y matan entre 15 y 20 millones de cabeza de ganado, subrayo.
Un impacto muy fuerte tanto para las sociedades humanas diezmadas como para la economía de los países cuyo ganado es exterminado.
de ahí la idea, surgida en Francia en 1998, de exportar la riqueza de los datos recolectados por los satélites para prevenir estas plagas.
Vamos a agregar a la información de epidemiología clásica datos de imágenes satélites sobre la vegetación, la lluvia, las temperaturas superficiales del océano, las corrientes, las nubes, las formas de las nubes, el transporte de polvo, etc. indico Guell.
Cruzados, analizados, probados en varias temporadas, estos datos permiten determinar mas precisamente la probabilidad de que se desate y se desplace una epidemia de un lugar a otro, indico el responsable del CNES. Los resultados de estos estudios serán objeto de las primeras publicaciones científicas este año.
La anticipación del fenómeno es mas compleja de lo que parece. Los mosquitos ponen mas o menos huevos según el grado de acidez del agua. Esta depende de la contaminación, a su vez en función de la cantidad de lluvia.
Las precipitaciones están ligadas a la densidad y a la naturaleza de la nubes durante la estación húmeda, y esta nebulosidad depende de la temperatura de los océanos tres o cuatro meses antes, preciso Guell.
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